La Semana Santa entre procesiones y bares
La Semana Santa llega un año más para inundar las calles de distintas imágenes religiosas sobre los pasos que las portan.
Created Nov 18, 2023 - Last updated: Nov 18, 2023
La Semana Santa llega un año más para inundar las calles de distintas imágenes religiosas sobre los pasos que las portan. Un año más, todos los creyentes y aquellos que no lo son, pero no se quieren perder esta tradición, salen de sus casas para celebrar esta festividad. Se trata de un momento del año en el que la fe cobra más protagonismo en todas las ciudades y pueblos alrededor de España. Desde las grandes procesiones de Sevilla o Madrid, hasta los pequeños pueblos que se encuentran a lo largo del todo territorio, nunca faltan a esta cita. Y más en los pueblos, donde la religiosidad está más extendida que en las grandes ciudades. Las localidades que se encuentran en la meseta manchega tienen en común una gran devoción por la religiosidad y la fe. Puede que, por su afán de no perder la tradición, o por la media de edad de aquellos que viven en ellos, que, por lo general, es bastante alta.
Uno de esos pueblos mencionados, que no gozan de tanta importancia como las grandes capitales, es Guadalajara. Aunque se
encuentre apenas a 50 kilómetros de Madrid, la manera en la que celebran la Semana Santa es muy distinta a la de la capital.
Las procesiones de Guadalajara fueron consideradas Interés Turísticos Regionales desde 1999, puesto que se trata de un
municipio donde la religiosidad está muy extendida y, por tanto, esta celebración muestra su cultura tradicional.
Cada Semana Santa, las distintas cofradías que conviven en Guadalajara se encargan de llevar a cabo las distintas procesiones.
Cada una de estas, se encarga de una de las procesiones que ocurren a lo largo de la semana, de lunes a domingo, exceptuando
el martes, donde no hay ninguna procesión. Por tanto, dependiendo del día de estas vacaciones, es una cofradía u otra la
protagonista del paso, acto que, sin duda, enorgullece a sus participantes.
El lunes, 3 de abril de 2023, salió cargada sobre los hombros de los miembros de la Cofradía de la Pasión del Señor, la Virgen de María Santísima de la Misericordia. La salida de la imagen religiosa emergió de las puertas de la Iglesia de San Nicolás el Real, en Guadalajara, a las 21:30. Esta salida estaba prevista a las 21 horas, pero el retraso no hizo más que agrandar las ganas de ver a la Virgen. Cuando las puertas de la iglesia se abrieron, todas las conversaciones y cuchicheos se disiparon para dar paso a un silencio lleno de reflexión e impresión causada por la imagen. Cuando la Virgen se detuvo, ese silencio fue el que dejó paso a los aplausos de todos los presentes. Acompañada de la Orquesta Sinfónica de Guadalajara, María Santísima de la Misericordia recorrió la Calle Mayor de la localidad hacia arriba. Ante ella iba abriendo el paso los nazarenos, que portaban capirotes de de color verde, azul y amarillo, además de un miembro de la cofradía encargada de la procesión, cargando con la insignia de esta. Los espectadores siguieron a la Virgen por su recorrido al son de la música de la orquesta, cumpliendo con la tradición de Guadalajara en la Semana Santa de reflexión en introspección de uno mismo. Tras finalizar la procesión, una de las participantes, Miriam Garrido, de 22 años, afirmó que se trata de un hecho que la llena de orgullo y felicidad. “Cada año espero ansiosa que empiecen los preparativos de la Semana Santa, porque me encanta quedar con mis compañeros de cofradía y compartir risas y trabajar en las procesiones. Me siento como en casa”
Lo curioso de esto es que, aunque los espectadores de la procesión eran numerosos, su rango de edad estaba muy limitado. La media de edad de aquellos que miraban a la Virgen superaba los 50 años, aun teniendo en cuenta a los niños y niñas que acompañan a sus padres o abuelos en esta procesión. ¿Dónde se encontraba la juventud de la población?
Aunque Guadalajara sea una localidad muy religiosa, es verdad que su población está muy envejecida, y, por ende, los mayores ganan en número a los jóvenes. Y estos jóvenes no han seguido la tradición de los mayores en lo que a religiosidad se refiere. Por esta razón, a dos calles de distancia, en la calle de Bardales, conocida comúnmente como “la calle de los bares”, eran los jóvenes los que celebraban la Semana Santa a su manera. En vez de mirar a la Virgen recorrer la Calle Mayor, miraban como las gotas de los botellines chocaban con la mesa que las sostenía. Y en vez de escuchar las distintas sinfonías de la orquesta, lo que oían era el barullo de conversaciones y risas que todos generaban a la vez. Ninguno parecía preocupado por estar perdiéndose la procesión, al igual que ninguno de los espectadores de la procesión parecía tener ganas de estar en ninguna otra parte.
Esto pone de manifiesto que el tiempo pasa, y la gente cambia. La Semana Santa ya no se celebra igual dependiendo de la edad de aquellos que deciden festejarla. La religiosidad parece estar perdiéndose entre la juventud, por lo menos dentro de las fronteras de Guadalajara, y la Semana Santa se ha convertido, más que en una festividad religiosa, en una gran bocanada de aire que ayuda a coger fuerzas para enfrentarse a los exámenes que esperan a la vuelta de la esquina. Puede que esto sea una manera de actuar que se vaya acentuando con el tiempo, y en un futuro, esa religiosidad tan característica de los pueblos se vaya perdiendo entre generaciones. Puede que la Semana Santa cambie en su manera de ser celebrada, pero esto solo lo puede afirmar el paso del tiempo. Por ahora, en Guadalajara, la celebración es de esta manera, entre procesiones y bares.