La IA repite, pero no crea
El premio Nobel de literatura se ha entregado a una persona y no a una máquina
Created Nov 18, 2023 - Last updated: Nov 18, 2023
Suena la alarma. El reloj marca las cuatro de la madrugada y el sujeto se levanta de la cama con la mente lo suficientemente despejada para continuar con la tarea a realizar. Sobre las cinco ya está frente a su ordenador con los ojos clavados en la pantalla. Revisa todo lo redactado ayer, a la misma hora. Empieza a escribir. Cuando el reloj marca las nueve de la mañana, cierra su Mac, que esperará a ser usado mañana, a la misma hora.
La mente tiene una curiosa manera de trabajar. Para algunos el culmen de la productividad es durante las horas del día. Pero, sobre todo para los escritores, es cuando se oculta el sol cuando empieza a suceder la magia. Este es el caso del recién galardonado con el Premio Nobel de Literatura Jon Fosse. Su proceso creativo limita sus horas de trabajo, cosa que nunca le ocurriría a una máquina. Puede parecer insensato o incluso inútil hacer una labor eligiendo la manera que más tiempo consume. Nadie en su sano juicio hoy día elegiría el camino más largo y laborioso. Se suele apostar por el atajo y no por el esfuerzo.
Debido a esto, y teniendo en cuenta que el mundo que habitamos cada vez valora más la rapidez, he de admitir que no he sido la única sorprendida al ver que el nuevo Premio Nobel ha sido entregado a una persona y no a una máquina. En el año 2023 raro es encontrar un escrito donde la Inteligencia Artificial no haya tomado parte, ya sea a la hora de recabar la información o a la hora de redactar el propio texto. Pero los libros de Jon Fosse son completamente de cosecha propia.
En un mundo donde la IA parece adelantar por la derecha a todos los oficios, el de escritor parece estar todavía a salvo, pero no se sabe muy bien cómo. Ya en el año 2018 se patentó un software, que usaba la Inteligencia Artificial, llamado Neurowriter, el cual fue explicado en un episodio de Zoom Net por Álvaro Barbero. Neurowriter permite replicar el estilo de escritura de grandes autores como Cervantes o Shakespeare. Esto ocurrió hace 6 años y, aun así, el premio se sigue entregando a personas y mentes de carne y hueso.
¿Por qué, si ahora es posible recrear las grandes novelas de la literatura universal, se siguen galardonando nuevas novelas que a lo mejor no superan esa maestría del uso de la palabra? La respuesta puede parecer simple, pero no lo es. Muchas personas consideran a la Literatura, más que el conjunto de obras escritas, como la capacidad de comunicación entre personas. Si el escritor es sustituido por una máquina, la esencia de esa comunicación se pierde entre algoritmos programados. Para elegir al ganador del Premio Nobel de Literatura, el jurado del Consejo del CISH no busca el libro más vendido o leído, busca una excepción a la regla. Un escrito que suponga una distinción en cualquier aspecto de otros que lo rodean.
Por suerte, una máquina todavía no ha podido lograr esto. Se podrá plasmar el estilo, pero no el alma de lo escrito. Los escritores han creado una escuela que protege el oficio basado en la necesidad humana de comunicación entre personas. No es lo mismo leer un libro redactado por un escritor que por una máquina, y esto los lectores lo saben. Los profesores de las universidades no paran de repetir a sus alumnos que se nota cuando un trabajo está hecho con IA. ¿Por qué piensan esto? Porque las nuevas tecnologías todavía no han podido aprender a tener ideas o estilo propio. Como explica el ya nombrado Álvaro Barbero, del Instituto de Ingeniería del Conocimiento, las máquinas están hechas para repetir, no para la invención propia. Pueden recrear patrones en la narración, pero siempre basándose en algo ya escrito.
Se puede contraargumentar que ahora todos los libros están basados en algo realizado anteriormente, pero la manera en la que se usa la novela base es distinta. La Inteligencia Artificial busca copiar los patrones, la novela escrita por un ser humano toma en consideración la obra primera para realizar su propia creación con sus propias ideas y capacidades. No es lo mismo basarse en algo que copiarlo por completo. La tecnología será más eficiente siempre que la tarea sea de repetición. La Literatura será la mejor cuando se trate de algo nuevo, algo que no se haya visto antes. Y en el momento presente, donde el objetivo es conseguir la originalidad, las máquinas siempre llevarán desventaja.
El jurado del Consejo del CISH ha decidido reivindicar la valía de la producción propia y no ajena, entregando el premio a un autor que, desde su propia experiencia, ha retratado las preocupaciones humanas que envuelven a la mayoría. Se hace un llamamiento a la unión de sentimientos entre nosotros a través de la Literatura para demostrar que la tecnología no pasará por encima. Y ese sentimiento de unión se hace posible porque el emisor no es una máquina. Es otra persona, que ha pasado por lo mismo que el lector y ha decidido plasmarlo con palabras para demostrar que aquí nadie está solo.
Otra razón por las cual la Inteligencia Artificial no es capaz de robar el oficio a los escritores es porque, aunque la narrativa parezca un ejercicio monótono y mecánico, no puede haber algo más alejado de la realidad. Según el recién ganador del Premio Nobel, Jon Fosse, la redacción y el uso de los signos de puntuación dependen del ritmo del texto, refiriéndose a la sonoridad y la resonancia del propio al ser leído. Esto supone una piedra angular en la prosa de Fosse. El autor considera la narración como una especie de canción que se escribe en base a ese ritmo, como explica en la entrevista que concedió a El País titulada Jon Fosse, premio Nobel de Literatura: “Prefiero vivir de la manera más aburrida posible”. EL ritmo es algo que al leer el texto se siente, pero no hay una fórmula invariable para notarlo. De ahí que la IA no pueda copiar esto, por mucho que intente aprenderlo. El ritmo es algo inherente en la forma de expresarse de la persona, no de la máquina.
En un mundo donde parece que hay una carrera generalizada basada en el progreso y la velocidad, la Literatura toma asiento. Se calma, ve pasar a los contrincantes y sonríe sabiendo que retirarse de la carrera es lo mejor que puede hacer por ella misma. El Premio Nobel de Literatura se sigue entregando a personas de carne y hueso porque añaden algo a la obra que una máquina nunca podrá aprender a hacer. Hay una barrera denominada estilo y alma del texto que la protege como si de un escudo se tratase. La IA podrá ganar muchas batallas, pero la Literatura es un ámbito inquebrantable por la tecnológica, que seguirá siendo la base de la comunicación entre personas más pura e imperturbable.