El Museo Nacional del Prado alberga unas 2000 obras entre sus paredes, pero no todas se observan de igual manera. Entre las grandes pinturas de los artistas más importantes del mundo del arte, se encuentran esculturas, que, aunque no estén dotadas de tanta fama, siguen siendo parte de la exposición. Pero, debido a su localización en distintos lugares de paso, pocos visitantes se toman el tiempo de observarlas.

Obras de Tiziano, Caravaggio, Goya o Rubens empapelan las muchas salas del conocido Museo del Prado en Madrid. Todos sus visitantes deambulan entre estos cuadros, quedando atónitos por los colores, las composiciones y la grandeza. Más de tres millones de personas de todas las nacionalidades al año dedican unas cuantas horas para ver cuadros como Las Meninas, El Lavatorio, La Maja Desnuda, y también la vestida o El Caballero de la mano en el Pecho. Grandes obras que han sido un activo considerable en el mundo del arte desde hace décadas. Pero, pocos visitantes se han parado a mirar ciertas obras de arte que forman parte del inventario del museo. Hay unas esculturas olvidadas entre los pasillos del Prado, que, aunque sean de artistas desconocidos, su majestuosidad resulta también impactante. Estas esculturas se encuentran en los distintos pasillos que conectan unas salas con otras. Entre las pinturas de Goya y de Murillo, hay obras que no aparecen ni en el plano del propio museo, esperando a ser vistas.

Entre estas esculturas que casi nadie tiene en cuenta, se encuentra la Vestal Tuccia o el Dios del Sueño. No se tratan de nombres conocidos. Estas obras difícilmente aparecen en los libros de historia del arte de Bachillerato, pero, aun así, están expuestas en uno de los museos más importantes del país. Por ejemplo, la escultura titulada Dios del Sueño, creada “probablemente por un alumno de Bernini” deja ver un “torso romano basado en un atleta de Policleto”, que personifica el Sueño, con los ojos cerrados y adormideras en las manos. Pero esta información está en conocimiento de pocos, pues, casi nadie lee el cartel informativo situado al lado de la obra. ¿Por qué el Prado usaría lugares tan escondidos para exponer esas obras?

Esto ocurre, en parte, por el anonimato que todas estas obras tienen en común. Las esculturas se atribuyen a talleres de producción, ya sea italiano o romano, del siglo I después de Cristo. Un autor desconocido no llama tanto la atención como el gran Vázquez o El Greco. Puede que, por este motivo, estas esculturas hayan sido desterradas a meros lugares de paso, que se recorren con el objetivo de llegar a un destino, pero donde nadie se para a observar esas hornacinas rellenas de arte. Da igual el tiempo que observes estas partes del edificio, siempre son pocos los que se paran a mirar, mientras caminan hacia su verdadero destino.

Por tanto, esas esculturas, pertenecientes a las 2000 obras de arte que el Prado expone a lo largo del día, son las grandes olvidadas por el posible motivo de su falta de un famosos autor, la falta de un lugar más visible o incluso por la falta de interés de los visitantes. Pero las estatuas no se desaniman, y siguen manteniendo su postura esperando el día que los fanáticos del arte se paren a mirarlas.

image Dios del Sueño de Taller Romano del Siglo I d. C.